matt-mermel-translation

Buenos días!

Pues si, el titular me recuerda a mis años mozos de universitario listillo donde no paraba de devorar libros. Eso si, algunos de la más dudosa procedencia, y por ende, de una traducción horrible.
Ahí me empecé a dar cuenta de la importancia de una buena traducción. Hoy, me pregunto cuantos libros que en mi memoria suenan desagradables lo son por la mala traducción y no por la calidad del original.

“LA TRADUCCIÓN ES ANTE TODO UNA FORMA. PARA COMPRENDERLA DE ESTE MODO ES PRECISO VOLVER AL ORIGINAL, YA QUE EN ÉL ESTÁ CONTENIDA SU LEY, ASÍ COMO LA POSIBILIDAD DE SU TRADUCCIÓN” (WALTER BENJAMIN)

 

Hay un riesgo al cual incurren las editoriales al lanzar un texto en una lengua cuando fueron concebidos en otra. Aun cuando el lector no conoce el idioma puede presentir que lo que está leyendo proviene de una voz que suena –¡Recórcholis!– al Canal de las Estrellas. Un mal doblaje.

Así han caído algunos textos a mis manos que por inercia termino de leer. Últimamente había leído a puros autores mexicanos y americanos, donde afortunadamente a los segundos (thanks, mom and dad!) podía leer en inglés. Hasta que me prestaron Historia del ojo de Bataille.

El clásico erótico surrealista francés por antonomasia albergado en una edición tiernamente provocadora. Pura chaqueta visual. El objeto revestido de una rosada cubierta con el sello de unos labios vaginales entriangulados. Una tipografía manuscrita en color blanco anunciando título y autor. Una enumeración de símbolos que agrupados conforman detalles estéticos que atraen al ojo.

Además –cherry on the top– un largo prólogo del señor Vargas Llosa. Vergas sollozan. O por lo menos la del señor Bataille. Porque no, el lenguaje con el cual se describen las escenas y búsquedas del narrador junto a Simone y Marcelle sumergen a un estado de duermevela. Se destruye la posibilidad de internar al lector junto a la triada que busca el florecimiento sexual para disipar el ocio. Hay un lenguaje plastificado que no lo alcanza. Una narración que aflora las sensaciones para cercenarlas con pequeños cortocircuitos. Una mala traducción.

El texto en otro idioma debiera suceder como si el autor narrara en esa lengua. Como si Bataille hubiese escrito la “Historia del ojo” en español, ¿o es una utopía?

Alguna vez le recomendé Madame Bovary a una amiga. Me sucedió que posterior a leer el clásico francés, había quedado tan cautivada que hasta compré la edición en francés, la cual terminó como objeto de decoración en el estante. Cuando mi amiga me dijo que no pudo leer más allá de las primeras 15 páginas, dudé de ella, después cuestioné lo magistral de dicha obra o de mi capacidad y el gusto del 90% de los lectores que la han leído. Finalmente, en una visita a su departamento, tuve la edición que ella había comprado en mis manos, y entonces, comprendí: ¡la maldita traducción! Qué manera de mutilar a Flaubert, de incumplir la promesa, de traicionar al lector.

O el traductor no tiene idea que está falsamente traduciendo una obra, o la editorial no tiene idea de que el traductor es malo, o es imposible de traducir, o se está traicionando vil y tajantemente al lector en aras del maldito e insolente capitalismo.

Vengan ventas ¡Una edición de la Historia del ojo de Georges Bataille! Con portada rosácea, del mismo tono del pubis altamente venerado por la obra, con el sello de unos labios vaginales encuadrados en un triángulo, letras manuscritas blancas que rezan el título y autor, anuncian las afamadas ilustraciones de Hans Bellmer y el prólogo de Vargas Llosa. Chachín. ¡Toda una colección erótica! Y no, pues no, de orgasmos frustrados habéis llenado toda una serie. Me llama la atención que no existe mención al traductor más que en la contraportada. En cambio en la otra edición que adquirí a la traductora se le menciona en la portada, es la autora del prólogo y además agrega una nota o advertencia sobre la traducción, además de algunas notas al pie para aclarar el sentido de una palabra u otra.

 

Fui educado solo y, hasta donde recuerdo, siempre me apasionaron las cosas sexuales.

(La sonrisa vertical, p. 51)

 

Crecí muy solo y desde que tengo memoria sentí angustia frente a todo lo sexual.

(Fontamara, p. 27)

 

¿Cómo saber que una traducción es mala? La intuición no es suficiente, sobre todo cuando se trata de textos del griego o del japonés al español. Cité la primera frase de la Historia del ojo de dos ediciones distintas. Pero aunque continúe citando y comparando es hasta en la totalidad de la obra leída cuando la entrega se siente exitosa o incompleta.

¿A quién le toca decidir si la obra es una traducción legítima? La editorial debe tomar responsabilidad, obviamente el traductor o la traductora; y en primera y en última instancia el lector lo descifrará, a veces, a costa de su tiempo y dinero invertido. Walter Benjamin define: “La traducción es ante todo una forma. Para comprenderla de este modo es preciso volver al original, ya que en él está contenida su ley, así como la posibilidad de su traducción”.

(Creo que) una de las peores ignorancias es no saber que no sabes. Por lo que se espera que quien se lanza a la odisea de traducir (yendo hacia un texto y volviendo con otro) es porque conoce el texto original, porque domina la lengua que va a reproducir, y finalmente, domina la lengua propia.

Varios autores han ahondado en el tema de la traducción, Walter Benjamin con “La tarea del traductor”, Juan Villoro, Umberto Eco y otros más; además de citar los títulos en torno al arte de la traducción de los autores antes mencionados, aquí se realizan una serie de recomendaciones al momento de elegir una traducción.

Además de las enlistadas en la liga antes citada recomendaría una buena entrelectura, darse el tiempo para leer un párrafo y otro, incluso para leer un capítulo por completo. También un buen librero, de conocer alguno, sabe de ediciones, editoriales y traducciones; una excelente brújula para no errar.

A la primera traición queda la sensación en la memoria y por lo tanto el presentimiento de una posible segunda. No sólo adquirí otra edición de Historia del ojo que pareciera cumplir con la promesa. La leo y cuestiono a cada párrafo. En esta nueva traducción aparecen los nombres de los personajes en español. Pareciera que no leo con los ojos sino con el rabillo del ojo esperando nuevamente que el gran texto en su lenguaje perezca.

 

GRACIAS OTRA VEZ, PIJAMASURF

Share This

Post a comment