traductores e interpretes

Bueeenos días!

Os compartimos desde la web de una compañera de profesión alguna de las visicitudes de ser traductor. Huelga decir que también es algo que con la crisis se ha agudizado en todos los sectores de trabajo en españa.

 

 

Hoy vengo a hablaros de un mal muy extendido en nuestra sociedad: la falacia de los nativos.  ¿Qué es eso? Dejadme que contextualice y lo entenderéis en seguida.

Estoy enfadada. Sí, estoy enfadada por el poco respeto que se tiene a nuestra profesión. Sé que este tema se ha discutido muchas veces, que no vamos a llegar a ninguna conclusión nueva y que lo único que podemos hacer es defender nuestro trabajo. De acuerdo, pero a mí me ha surgido una pregunta: ¿por qué?

Volveré a esa pregunta después, ahora quiero explicaros las situaciones que me han llevado a escribir esta entrada.

Caso 1:

Hace un tiempo, encontré una empresa que parecía querer llegar a clientes internacionales pero cuyos textos eran un desastre. Además, descubrí que organizaban eventos y pude encontrar muchas críticas al hecho de que no ofrecieran interpretación. Me pareció que tenían un buen proyecto y que al ser una empresa joven y pequeña quizás no sabían cómo llegar a ofrecer estos servicios.

Estuve investigando durante días, tomando notas e informándome y al final me puse en contacto con la empresa. Les expliqué el motivo por el que contactaba con ellos, lo que podía hacer y cómo les beneficiaría. No quisieron escuchar nada, me encontré con un muro. Ni siquiera un «ahora no nos lo podemos permitir» o «muchas gracias, nos lo pensaremos». Nada.

Pero parece que algo sí que les llamó la atención porque poco después convocaron un concurso para uno de sus eventos: había que enviar un vídeo explicando por qué eras la persona más adecuada para ayudar con la interpretación.  Obviamente, no pagaban nada, la recompensa era el honor de poder colaborar.

Me molestó un poco, pensé que no valía la pena intentar trabajar con esta empresa, pero inocente de mí, se me pasó. En los últimos meses he visto cómo publicaban un texto tras otro lleno de errores en sus cuentas en las redes sociales. Se me ocurrió que una buena manera de convencerles de la necesidad de contratar a un profesional era enviarles uno de los documentos con todos los errores señalados y una explicación sobre cada uno.

Me volví a poner en contacto con la empresa y les expliqué (otra vez) que da muy mala imagen publicar algo con tantos errores y que no es tan difícil de solucionar. Les envié el texto con los errores marcados (¡135 nada menos!) y su respuesta fue la siguiente: «No necesitamos a ningún traductor». Quizás no queréis un traductor, pero está bastante claro que sí que necesitáis uno. Pensad que no eran errores nimios que no se notaran, había muchísimos errores de concordancia, preposiciones, falta de artículos y todo lo que os podáis imaginar, además de claros errores de traducción.

Tras el «no necesitamos a ningún traductor» venía el motivo aplastante por el que, obviamente, no necesitan a un profesional: «Además, nos traduce todos los textos un nativo». ¡Ah, vale, perdón! Es que se me había olvidado la profesión de los nativos, que están por encima de todo, claro, claro, es verdad, donde se ponga un nativo que se quite todo lo demás.

Cabe mencionar que pensaba que, ya que tenían los errores marcados, lo aprovecharían y actualizarían el texto. Pues sí, han actualizado algo, pero no han corregido ni un solo error. ¡Bravo! Eso sí que es cabezonería.

Caso 2:

En mi trabajo me encontré con una traducción con errores importantes (falta de signos de interrogación, calcos del inglés y otras cosas). Pedí que no se publicara esa traducción hasta que alguien la hubiera revisado y corregido. Me dijeron que lo tendrían en cuenta, pero al día siguiente se publicó tal cual. Como me dolía ver esas faltas y creo que nos perjudica como organización, volví a comentar los errores que había encontrado (explicando el por qué del error) y pedí que los corrigieran. Les expliqué por qué no basta con ser bilingüe para ser traductor y lo demostré con los errores que había en el texto. ¿Sabéis que me respondieron? Pues esto: «Lo que dices es interesante, pero es nativa de inglés y español, seguro que puede hacer bien las traducciones». Esto… ¿habéis leído lo de «no basta con ser bilingüe para ser traductor»?

Ah, es que otra vez se me había olvidado, que si hay alguien que tiene la profesión de nativo, cualquier argumento sobra.

Esa es la falacia de los nativos. ¡Ser nativo no es ninguna profesión! Todos somos nativos de algo, no es algo para lo que se estudie ni en lo que haya que especializarse.

En medio de la impotencia que sentí estuve a punto de contestarles algo como «Belén Esteban también es nativa de español y no le pedirías que redactara un texto». En lugar de eso, me resigné y contesté con un «vale, gracias».

Esto me lleva de vuelta a la pregunta del principio: ¿por qué? ¿Por qué a la gente le cuesta tanto creer que los traductores aportamos algo más? ¿Por qué nuestra formación no es tan válida como la de cualquier otro profesional? ¿Por qué incluso cuando se demuestra que ese «nativo» ha cometido errores, se valora su criterio por encima del nuestro?

No lo entiendo. Es que, de verdad, no encuentro ninguna respuesta a esas preguntas. No es que me diera un ataque de ego y dijera: «Es que soy traductora, lo hago mejor». Lo que hice fue encontrar y explicar los errores que demuestran que alguien con formación y experiencia en la traducción puede traducir mejor que alguien que no cumple estos requisitos. ¿De verdad es tan descabellado?

¡Ojo! No me malinterpretéis. Estoy segura de que hay muchos bilingües nativos que también son traductores y, además, traductores excelentes. No estoy diciendo que los bilingües nativos traduzcan peor que los que no lo son.  Ahí está la cosa: hay bilingües que se han formado como traductores o que han llegado a la traducción de otra forma y acumulan años de experiencia. Sea como sea, son traductores, no son solo «nativos».

Yo lo veo muy fácil si pensamos en otras profesiones. ¿Contrataríais a alguien como cocinero de un restaurante italiano solo porque nació en Italia? Si queréis un cuadro de la Torre Eiffel, ¿llamaréis a un pintor o al primer parisino que pase por la calle? Pues con la traducción pasa lo mismo, se tiene que encargar un profesional. No olvidemos que todos los traductores somos también nativos, ya sea monolingües o bilingües, lo importante es que somos profesionales. Por eso tenemos que hacernos valer y hacer entender a la gente que ser nativo no es ninguna profesión, pero ser traductor, sí, y que además, traemos lo de ser nativos incorporado.

No sé muy bien cómo lo podemos hacer, pero creo que es nuestro deber luchar por el reconocimiento de nuestro trabajo. De momento, se me ha ocurrido crear esta imagen para reivindicar un poco lo que somos. Si queréis, podéis compartirla en Twitter o Facebook y quizás consigamos que nos valoren más. También os invito a compartir vuestras experiencias (espero que haya alguna positiva) en la sección de comentarios.

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