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«Oit points», a relaxing cup of café con leche»…¿Por qué los españoles hablamos tan mal el inglés? La prestigiosa neurocientífica, psicóloga y profesora canadiense, Ellen Bialystok, con más de 40 años de estudios en el área del bilingüismo y su efecto sobre el lenguaje y el desarrollo cognitivo en los niños, no encuentra una razón biológica concreta al respecto. «No creo que sea más duro para los españoles aprender inglésque para cualquier otra persona. Lo que si hay son razones históricas y sociológicas por las cuales España se ha incorporado más tarde al uso de este idioma como una segunda lengua. Pero insisto, no hay estudios científicos que señalen dificultades de este país en el aprendizaje de esta lengua», explica a ABC.es durante unas jornadas en el British Council School.

Al menos, indica Gillian Flaxman, directora de esta institución: «las familias ya parecen conscientes de la importancia de educar a sus niños en una herramienta que les sirve para poder comunicarse más y mejor y poder desarrollarse profesionalmente en el futuro». Está comprobado, insiste Bialystok: «los niños bilingües tienen más capacidad de concentración y más facilidad para bloquear las distracciones, ya que son capaces de mantener los dos idiomas separados en la mente sin mezclar las palabras y la gramática, mayor capacidad de escucha y entendimiento, y más facilidad para la resolución de problemas porque su cerebro está acostumbrado a almacenar y procesar una mayor cantidad de información», puntualiza.

Gimnasia cerebral

Aunque nunca es demasiado tarde para aprender una segunda lengua, «es más fácil y tiene más ventajas aprenderla de niño», asegura esta neuro-psicóloga. «No hay una edad perfecta. Se puede empezar a aprender con treinta años, pero cuanto más joven, más facilidad para absorber y asimilar información habrá». «Esto tiene una explicación, y es que el sistema de control ejecutivo se desarrolla durante la mayor parte de la infancia y los primeros años de la adolescencia y en esta fase, el bilingüismo interviene de forma muy positiva porque supone una gimnasia cerebral», continua. «Si eres un niño bilingüe tienes que usar este sistema todo el tiempo para atender a la lengua que estás hablando en ese momento. Los bilingües lo utilizan de forma permanente, por ejemplo para saber que tienen que decir «dog» y discriminar la palabra perro cuando están hablando en inglés». Por eso, explica Bialystok, «el bilingüismo mejora el control ejecutivo porque hablar dos lenguas requiere atención todo el tiempo. Tienes dos lenguas interactuando en tu cabeza, necesitas utilizar una y asegurarte que la otra no interfiere».

Bilingües desde la cuna

Si es cierto que cuanto antes mejor, ¿cuál es el mejor momento para empezar? Algunos expertos aseguran que ya desde su nacimiento, el niño muestra una predisposición natural para absorber un número ilimitado de idiomas. .«A partir de los tres meses un niño distingue en qué idioma se le está hablando a partir de los gestos y otros estímulos visuales que capte. De la misma forma, el pequeño responderá de manera distinta en función de la lengua en que se le hable, indica Pamela Athwani, pedagoga de Helen Doron English. Al respecto, Athwani utiliza un ejemplo muy claro: «Cuando a un niño de unos 15 meses le preguntas cómo se dice «rojo» en inglés, se quedará igual. En cambio si le preguntas «What colour is this? (¿Qué color es este?), te responderá «red» (rojo)». El secreto, concluye Athwani, «estará siempre en adquirir el segundo idioma como si de una lengua materna se tratara, de manera que cuanto ante se le exponga a distintos idiomas, mejor los asmimilará».

¿Enseñar inglés en casa, aunque los padres no sean completamente bilingües? La respuesta de Bialystok es que sí». «Esto no debería ser problema. De hecho, el acento es probablemente el aspecto menos importante de aprender una segunda lengua. Si los padres hablan en inglés con sus hijos en casa, los pequeños aprenderán más vocabulario, más expresiones, y serán capaces de pensar en otra lengua. Así que si la familia decide hablar en otro idioma con sus pequeños, sin duda estarán contribuyendo también «a entrenar» su cerebro». «Hoy en día existen un montón de fuentes que se lo pone más fácil a los padres. Hay muchas maneras de aumentar la exposición de los más pequeños a otra lengua. No solo a través de una educación reglada, o con experiencias en otros países. ¡La gente tiene que encontrar sus propias soluciones!», anima.

«No que es que nos convirtamos en más inteligentes, pero si en más eficaces»

La sociedad debe saber, añade la neurocientífica Ellen Bialystok, que el aprendizaje de una segunda lengua tiene, además, «un claro impacto en el cerebro y en la salud mental, porque agudiza la mente y puede transformar el funcionamiento de su cerebro», asegura esta neurocientifíca. En este sentido está comprobado, continua, que los niños bilingües desarrollan más y mejor el sistema cognitivo más importante del cerebro: el sistema de control ejecutivo. Este sistema «se localiza en el lóbulo frontal y nos permite prestar atención a lo que es más importante: evitar que nos distraigamos con cosas que están interfiriendo y que no son prioritarias, cambiar nuestra atención de un tema a otro facilitando la multitarea, y nos ayuda a mantener más información en la mente».
Son aspectos que necesitamos dominar, explica Bialystok, porque intervienen en todo lo que hacemos y nos ayudan a resolver problemas complejos. «Normalmente no pensamos que tenemos que prestar atención a muchas cosas a la vez, pero es lo que hacemos todo el tiempo. Por ejemplo, cuando estamos conduciendo en una autopista complicada, a mucha velocidad. Tenemos que mirar las señales que nos indican dónde tenemos que salirnos, a los coches detrás de nosotros, recordar el camino que tenemos que seguir, etcétera. Conducir es solo un ejemplo de tarea cotidiana que exige mucho al sistema de control ejecutivo». Por eso, asegura, cuanto más ejercitado lo tengamos, más eficientes seremos en nuestros trabajos y en nuestras vidas, porque estaremos mejor preparados para realizar varias tareas al mismo tiempo, tendremos más capacidad de concentración, más facilidad para resolver problemas y más memoria. No es que nos convirtamos en más inteligentes, pero sí más eficaces y resolutivos en nuestra vida cotidiana».
No solo es un beneficio en edades escolares y laborales. Los estudios llevados a cabo por esta científica, también asociada en el Instituto de Investigación Rotman del Centro Baycrest de Atención Geriátrica, permiten afirmar que un sistema de control ejecutivo fuerte y eficiente, desarrollado a lo largo de la vida es una ventaja en los mayores. «No podemos decir que el sistema de control ejecutivo y el bilingüismo previenen la demencia», asegura «pero lo que sí hacen es dar al cerebro una forma alternativa de trabajar, cuando la demencia ha empezado a erosionar algunas de las habilidades básicas del cerebro». La demencia y en particular el Alzheimer, son enfermedades que afectan el centro del cerebro, en concreto al lóbulo temporal que es donde se aloja la memoria, por eso los primeros síntomas de Alzhéimer son precisamente problemas de memoria. Según se asienta en la parte central del cerebro, la enfermedad va afectando al desarrollo de muchas otras tareas.
Pero, concluye la neurocientífica, «si tienes un sistema de control ejecutivo fuerte y desarrollado, puede utilizarse como reserva, como un sistema alternativo para compensar las lagunas provocadas por la enfermedad, porque el sistema ejecutivo se localiza en la parte frontal del cerebro, y por lo tanto no está afectado». En definitiva, no previene Alzheimer, «pero mantiene a la gente funcionando de forma razonable durante más tiempo», lo cual asegura, es fundamental para una enfermedad ligada al envejecimiento.
[symple_box color=»blue» text_align=»left» width=»100%» float=»none»] VISTO EN EL ABC
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